sábado, 24 de enero de 2009

Yo creo

Recientemente algunas personas se han interesado y me han preguntado un poco respecto a mis creencias. En particular sobre mi opinión respecto a la religión y a el porqué, cada ves con menos vacilación, me refiero a mi mismo como una persona atea. El objetivo de este post es precisamente tratar de contestar a esas preguntas, contar también un poco de la historia de donde es que vengo, y como he llegado a mi forma de pensar actual.

Ojo, que el objetivo de este escrito no es decirle a nadie que es lo que se supone que deba que creer, o el tratar de defender que mis creencias sean “la verdad”. Una parte importante de mis creencias, de hecho, es que cada persona es libre de creer en lo que prefiera, en lo que más le haga sentido de acuerdo a sus propias experiencias personales.

Bien, pues comencemos. Como la gran mayoría de los mexicanos, yo nací, crecí y fui educado en un entorno católico. Mis papás son también católicos, de chico me bautizaron, y algunos años después hice también mi primera comunión. En mi familia íbamos seguido a misa (no voy a decir que religiosamente todos los domingos, pero si con bastante frecuencia). De chico la religión no fue nunca un foco particular de atención en mi familia, pero sí cumplíamos y se nos inculcaron siempre los principios a seguir para ser unas personas de bien.

La preparatoria la estudié incluso, aunque la religión no haya sido el principal motivo para elegirla, en una escuela de Jesuitas. Yo creo que desde siempre me habían surgido algunas ‘dudas’ respecto a las doctrinas que suele enseña la Iglesia, aunque nunca las llegue a cuestionar de manera muy seria o directa. La actitud de los Jesuitas respecto a este tipo de dudas, además, me parecía excelente y muy razonable.

Los Jesuitas son, de entre los grupos religiosos, digamos que los más liberales. Son muy pragmáticos, normalmente los puedes encontrar haciendo y proponiendo soluciones prácticas a problemas reales, antes que discutiendo o debatiendo sobre las ‘formalidades’ de la religión. Un comentario que se me quedó muy gravado de uno de los padres es que: “El Reino de Dios no está en un lugar distante esperándonos después de nuestra muerte. El Reino de Dios es aquí, en éste mundo, y es nuestra tarea el construirlo y el poder hacer de él una realidad”.

Por otro lado los Jesuitas son también uno de los grupos que más directamente apoya, practica y promueve el desarrollo de la Ciencia. Lo cual tiene también bastante sentido, cual es el mejor camino para buscar y generar soluciones prácticas? En la escuela ellos continuaron alimentando mi gusto por la Ciencia, por tratar de entender al Universo, por aprender y descubrir cosas nuevas. Aprendí también sobre el método científico, la lógica, las matemáticas. A cómo distinguir argumentos válidos de los que no lo son. Una de las personas con más pasión a las matemáticas que he conocido es, precisamente, un padre Jesuita. Las matemáticas son para él, me imagino, un medio por el cual conocer y entender la mente de Dios.

Muchas de mis objeciones, sin embargo, respecto a varios los dogmas que normalmente son impartidos por la Iglesia continuaban, y eran incluso avivados por la misma formación académica que se me estaba también dando. Pero los Jesuitas eran un ejemplo para mi de cómo es que, de una u otra manera, esos dogmas y tradiciones católicas se podían combinar bien con una mentalidad más racional y, digamos, científica.

Algo que no me gustaba era ser inconsistente en mi forma de actuar y de pensar, así que comencé a construirme ‘justificaciones’ de por qué tenía sentido el realizar muchos de los ritos que manda la tradición católica. Para mí, todos estos ritos eran ‘símbolos’ que le asignaban significado a acciones humanas que, más allá de eso, no tenían nada de sobrenatural o extraordinario. Por ejemplo, yo me decía, cuando se santifica la eucaristía no se está convirtiendo literalmente en “el cuerpo de Cristo”, realmente nada le ocurre a la ostia cuando es bendecida, simplemente se convierte para nosotros en la Iglesia en un símbolo que representa al cuerpo de Cristo y que, el tomarla, representa nuestra aceptación de su doctrina.

Otra de mis grandes justificaciones era respecto a la oración. Para mi el rezar no era un acto de “hablar con Dios”, incluso estaba bastante seguro de que era inútil “pedir cosas a Dios”. Para mi, los momentos de oración eran momentos de reflexión, en los que uno mismo trata de analizar y reflexionar sobre sus actos, así como proponerse soluciones o nuevas acciones para conseguir las cosas que uno quiere. En más de una ocasión recuerdo haber mantenido conversaciones en mi mente del estilo
— Dios, te pido por favor que cuides por el bienestar de X persona.
— ¿Y tú qué quieres que yo haga? Tú eres el que está ahí en la tierra. ¿Qué puedes hacer por el bien de esa persona?
— Claro, ¿qué puedo hacer yo?, yo podría ...
Por supuesto era yo mismo quien jugaba el papel de yo y de Dios en esas conversaciones. Noten aquí también la fuerte influencia de las ideas Jesuitas.

Años después de iniciar mi licenciatura realicé también mi confirmación. Uno de mis objetivos era el aprovechar esa oportunidad para, ahora siendo yo más grande y mucho más maduro por lo menos en mi forma de pensar, de exponer mis ideas y ‘justificaciones’ con gente que quizá pudiera validarlas o refutarlas y exponerme a nuevas ideas. Sin embargo esto no resultó como lo imaginaba, después de dos o tres clases donde mis ideas eran descartadas con indiferencia, y las únicas explicaciones que se me daban eran que “las cosas son así, porque así dice la Iglesia y así es como se interpreta la Biblia”, decidí rendirme, dejar de cuestionar lo que se me enseñaba y asistir finalmente a la ceremonia de mi confirmación.

Pasaron más años y llegó el tiempo en que fui a hacer mi doctorado en Inglaterra. Recién llegando procuré continuar yendo a la Iglesia y a misa los domingos. El Padre de la Iglesia en Manchester era también bastante relajado, y la misa de los domingos se promovía también como una oportunidad para conocer a más personas y convivir con otros estudiantes. Varias de las personas que conocí originalmente allí continúan siendo hoy muy buenos amigos míos.

Con el paso del tiempo comencé a sentir menos la necesidad de ir a la Iglesia, llegó un momento en el que quizá iba a misa sólo una vez al mes, a veces ni eso. Sin embargo, uno de los puntos clave que iniciaron un cambio más profundo (o al menos aceptarlo) en mi forma de pensar, fue la llegada a Manchester de otro mexicano.

Héctor y yo congeniamos bastante bien, desde el día uno nos encontramos pasando horas debrayando y discutiendo sobre todo tipo de temas que se nos pudieran ocurrir. Como es de suponerse, uno de los temas recurrentes era el de la religión. Sin entrar en demasiados detalles (en su blog pueden encontrar su historia personal) el venía también de una familia católica, y de manera similar siempre tuvo ‘dudas’ respecto a muchos de los dogmas de la Iglesia. Igual como yo me construí mis ‘justificaciones’, él se había inventado sus propias creencias. Unas ideas bien locas que involucran a un ‘meta’-Dios, reencarnaciones, y toda una complicada estructura moral que trata de explicar cómo es que se mantiene en el mundo la justicia.

Después de varios meses de debraye y de discusiones super interesantes, finalmente lo convencí de que su sistema era innecesariamente complicado y que, desafortunadamente, lo más probable es que no hubiera justicia en este mundo. Él, por su parte, se encargo de hacerme ver que (dejando a un lado mis ‘justificaciones’) entre mi manera de pensar y el ateísmo, pues no había tampoco ya gran cosa de diferencia.

Final y recientemente, tendrá entre uno o dos años, me comienzo a sentir más confortable con la idea de llamarme y reconocerme a mi mismo como un ateo. Pero bueno, ¿qué es lo que significa ésto para mi?

Lo primero y más sencillo, es que no creo en la gran mayoría de las historias y dogmas que se cuentan en torno a la tradición de la Iglesia católica. No creo, por ejemplo, que los sucesos descritos en la Biblia hayan ocurrido literalmente. Esto, seguramente, no parecerá una afirmación muy sorprendente. La mayoría de los creyentes tendrán una posición similar y la Iglesia católica misma acepta que muchas de las narraciones de la Biblia deben interpretarse como alegorías y no de manera literal. El Papa Juan Pablo II, por ejemplo, no tuvo ningún problema con aceptar la teoría de la evolución.

El segundo punto, y que antes había presentado ya a manera de ejemplo, es que tampoco creo que el rezar tenga algún efecto ‘real’. Podría entrar en más detalle respecto a los fundamentos de esta creencia mía, pero en resumen puedo decir que, a mi parecer, una gran cantidad de evidencia científica sugieren que, más allá de un efecto placebo, la oración no tiene ningún poder para afectar o modificar los sucesos que ocurren en nuestro mundo físico. Para los interesados, una discusión muy interesante y detallada del tema la pueden encontrar en éste sitio.

Otra de mis creencias, admito es la que menos fundamento científico tiene, es que sí creo en el “libre albedrío”. Me gusta (y esa es mi mejor razón) creer que vivimos en un mundo donde nosotros mismos estamos en control de las acciones y decisiones que tomamos en la vida. Para mí, de otro modo, la vida no tendría sentido. Mi vida no sería diferente a la de una marioneta que figura en una obra de teatro y se comporta siguiendo lo establecido en un guión. En particular tampoco me gusta la idea del ‘Destino’, pues siento que va en contra o que limita mi poder de decidir lo que yo hago con mi vida.

Y bueno, si mi ‘Dios’ no me escucha, ni tampoco interfiere con el mundo físico, a ese ‘Dios’ no le queda más que quizá haber sido el ‘Creador’ del Universo. Por mucho tiempo esta ha sido mi definición de Dios, el Creador. Sin embargo, el hecho de que si tiene o no conciencia, se vuelve irrelevante para mi vida práctica diaria. Éste es el hecho clave que define el porqué me hago llamar ateo.

Para terminar, y ya que he discutido cuales son las cosas en que no creo, me gustaría mencionar algunas de las cosas en las que creo.

Creo que el Universo en que vivimos es un lugar maravilloso e impresionante. Me maravillan la Física y la Naturaleza. Me maravilla cómo cosas tan complejas y estructuradas como la vida se hayan podido desarrollar después del paso de tantos miles y millones de años, gracias a el lento proceso de la evolución. Me maravilla la cantidad de plantas y animales que se han podido desarrollar en la Tierra. Cosa que, aparentemente, es bastante complicado de lograr!! (En los alrededores a nuestro planeta parece no haber mucha más vida!!)

Creo (como ya se habrán dado cuenta) en la Ciencia. Creo que la forma más precisa y efectiva para poder conocer y entender a nuestro Universo (la Física y la Naturaleza) es mediante la Ciencia. Es cierto que la Ciencia nos ha dado poderes muy destructivos a la Humanidad, y que nos ha llevado a lastimar considerablemente el ambiente de nuestro planeta. Creo, sin embargo, que es la Ciencia también quien tiene mayores posibilidades de brindarnos soluciones a estos problemas. Y es indudable que, gracias a la Ciencia, nuestros estándares de vida son hoy mucho mayores y más cómodos que hace tan sólo algunos años.

Creo que nuestro objetivo personal en venir a este mundo es también muy sencillo. Es el ser feliz, el procurar que las personas que son importantes para nosotros se sientan también felices.

Creo también en la moralidad. Creo que la ‘bondad’ es una cualidad valiosa en una persona. Que las mentiras y las trampas funcionan hasta que te cachan, momento en el que pierdes por completo la confianza de las personas que te rodean (y con justa razón!).

Finalmente (y muchos dicen que de manera muy optimista) creo en la Humanidad. Creo que si de alguien es responsabilidad el hacer de nuestro mundo un mejor lugar para vivir, esa responsabilidad es de nosotros mismos. Y creo que hay también mucha gente dispuesta a donar su tiempo y esfuerzo, de manera desinteresada, para buscar bienes comunes. (Uno de los ejemplos que me encanta mencionar es Wikipedia, producto del esfuerzo desinteresado de millones de personas en busca de un bien común.)

Así que bueno, esta es, hasta hoy, la historia de mis creencias.

miércoles, 21 de enero de 2009

Hypergame Paradox

I've recently hear about this paradox which I didn't knew before. It surprised me, because I'm a fan of paradoxes, and this one is quite neat. I also wanted to post about it, because when I tried to google for it, the first few hits weren't really relevant, or seemed to have an incorrect explanation of the paradox.

So, this paradox is about games. In particular, we are interested in 2-player games which are played in turns. We say that one of such games is a finite game if, no matter what the players do, the game eventually ends after a finite number of turns. For example, Chess is not a finite game since, after playing for a while, the players might decide to pick one of their pieces, say a rook, and forever move it back and forth between two squares on the board. On the other hand Tic-Tac-Toe is a finite game, since it can only take at most 9 turns, when the board will be full and the game will end either in a tie, or with one of the two players winning.

Now, hypergame, is a really fun game whose rules are as follows: the first player starts by choosing a finite game to play; then the second player has the first turn in the game selected, and then they keep playing that game as usual. Whoever wins the game selected by the first player, is also the winner of hypergame.

It turns out, interestingly, that hypergame is also a finite game! Observe that, no matter which game the first player chooses to play, we know that the selected game is a finite game, and must also terminate after a finite number of turns.

However... if hypergame is a finite game, the first player then might also decide “let's play hypergame” as his first move. The second player, which has to start now playing hypergame, might choose as well “let's play hypergame!”, ... and so on, forever, ...

So, we are left with the paradoxical question, is hypergame a finite game or not?

miércoles, 14 de enero de 2009

Shortcuts

Ayer estábamos trabajando mi jefe y yo en su computadora, y me pidió que hiciera unos cambios en uno de los archivos que estábamos editando. La computadora en cuestión es una Linux y el editor, su favorito, Emacs. Después de unos minutos, a mi jefe le costaba mantener la risa de lo inútil que era yo al tratar de usar su editor. Y es que él es un caso extremo, lo tiene configurado sin menú y sin barra de herramientas, así que todos los comandos los tienes que acceder mediante extrañas y ridículas combinaciones de teclas al más puro estilo Emacs.

Yo argumenté que me parecía demasiado complicado tener que aprender tantas combinaciones de teclas, que mi memoria de por si no es muy buena, y que no me agradaba la idea de gastarla en cosas como esa. Entonces él me preguntó, “so, what do you use? the mouse? I think that Macs spoil their users”.

No tuve mucho que contestar. La verdad es que, en los editores que uso, si me sé algunas de las combinaciones de teclas para los comandos que utilizo con más frecuencia, qué son también las combinaciones más usuales, encontradas en casi todas las aplicaciones de Mac e incluso de Windows pero, por alguna razón, nada que ver con las de Emacs. Sin embargo, cada que necesito algún comando un poco menos común, pues si tengo que ir al menú a buscarlo con el mouse.

O eso era hasta ahora. Hoy descubrí que en las Mac puedes presionar ⌘+?, lo que abrirá (en la mayoría de las aplicaciones y editores) el menú de ayuda, en particular el área de búsqueda. Ahí puedes comenzar a escribir el nombre del comando que necesites, seleccionarlo de la lista, y activarlo. Todo sin dejar el teclado, y sin tener que aprender n mil combinaciones de teclas distintas para cada uno de los comandos que necesites.

Mi único deseo restante es que la búsqueda fuera adaptiva, a la Quicksilver, lo que le daría otro incremento de productividad instantáneo.