domingo, 30 de diciembre de 2007

La vida de mis sueños

«Necesito que tengas el reporte listo en una hora». ¿El reporte? ¿Pero no lo acabo de entregar hace ...? «Llegaron nuevos datos, hay que volver a correr las pruebas». Un sujeto vestido de corbata pasa caminando frente a mi escritorio, deja sobre él varios documentos y se sigue de largo. Doy una mirada, los papeles son ilegibles, parecen estar llenos sólo de números y de más trabajo por hacer. Resignado los tomo en mis manos y me dispongo a comenzar. En ese instante una mujer se acerca desde la otra dirección. «El cliente pidió unos cambios a la presentación, tienes que ...». ¿Cambios? ¿En este momento? Pero ... Y una nueva voz interrumpe mis pensamientos. «No olvides fotocopiar las fichas técnicas de ...». ¿Fichas téc...? Más personas se acercan a mi escritorio. «Aquí están las especificaciones del producto ...». La pila de documentos frente a mi crece sin control de una manera ridícula, como si fuera una caricatura. Copias, reportes, cartas, memorandos. Luego se comienza a formar otra pila, y otra más. Las voces se hacen también ininteligibles: «... tienes que ...», «Hay unos nuevos ...», «... es urgente».

La alarma del despertador me despierta. Todo había sido un sueño, aunque tampoco demasiado alejado de la realidad. Miro el reloj, 7:04am, llevaba ya un rato sonando la alarma. Me levanto de la cama y comienzo la misma rutina que me ha atrapado ya por varios años. Me baño, me visto, desayuno un plato de cereal, me lavo los dientes, me ajusto la corbata, tomo mi portafolios y salgo de la casa. Antes de llegar a la oficina paso, también como siempre, a Starbucks. Es el punto más interesante de mi día.

Si existe algún motivo que por el cuál me levante todos los días, y por el cual he podido aguantar esta clase de vida hasta el día de hoy, debe de ser por ella. ‘Suzie’ dice su gafete. Cabello corto dorado, sus ojos azules, la cara redonda y con rasgos finos, la sonrisa más hermosa que jamás he visto en ninguna otra mujer. «Muy buenos días. ¿Qué le puedo servir hoy?». «Capuchino. Grande.», las únicas dos palabra que logran salir de mi boca. «Claro que sí, con mucho gusto. Son dos noventa y cinco. En la barra le entregan su bebida». Y así es como termina, el momento más emocionante de todo mi día.

Finalmente llego al trabajo, una colección inmensa de pequeños cubículos. Cada uno con su computadora y una persona sentada frente a ella. Como zombies, domesticados, cada quién haciendo su trabajo sin hacer preguntas. A veces imagino a la empresa como un gran monstruo que funciona de manera independiente y sin dirección humana, su único objetivo es inventarnos tareas y trabajos que sirvan para darnos la ilusión de que nuestra vida en realidad tiene algún propósito.

El día pasa, aburrido, como todos. Transfiriendo documentos y reportes de una pila de papeles a otra. En la noche llego a casa. Pongo agua a hervir para preparar unos pot noodles. Me siento frente a la televisión y voy cambiando de canales mientras como mis fideos. Finalmente encuentro una película vieja, aburrida, de los sesentas, parece. No hay mucho más que ver, así que decido dejar ese canal. El sueño finalmente me vence y me quedo dormido.

Cuando abro los ojos tardo un momento en reconocer donde estoy. Es mi cuarto. Anoche debí de haber olvidado poner la alarma. Trato de mirar la hora en el reloj pero no logro distinguir los números, sólo se ven unas manchas luminosas rojas. Estoy muy cansado. Me levanto de cualquier modo y, como todas las mañanas, me dirijo al baño para comenzar con mi rutina. Bajo a la cocina, me sirvo un plato de cereal. Lo miro, decido que esta vez no quiero un plato de cereal.

Me encuentro entonces en Starbucks. Veo a Suzie, parada en el mostrador, regalándome una sonrisa, como siempre. «Muy buenos días. ¿Qué le puedo servir hoy?». «¿Tu sonrisa? Me encanta tu sonrisa. ¿Me la puedo llevar?». No puedo explicar de donde salieron estas palabras. Sus mejillas se tornaron rojizas y no pudo evitar el sonreír aún más. «Te he visto aquí, preciosa, todas las mañanas. Y, después de tantos días, tendrás que disculparme, no he podido evitar el haberme enamorado de ti». Sus ojos brillaban. «No lo puedo creer. Llevo días esperando a que me hablaras. He notado como me miras, tenía curiosidad de conocerte, ¿por qué tardaste tanto?». La invité a salir y ella aceptó con gusto. Es increíble. Todo este tiempo, secretamente enamorado de ella, y lo único que tenía que hacer era hablarle.

En la tarde fuimos a comer juntos y platicamos largamente mientras caminamos por los muelles. El cielo estaba extrañamente despejado y con un tono rojizo encantador que se reflejaba también en el agua de los canales. Me platicó que ella no era de la ciudad, que había venido a la universidad a estudiar artes y que trabajaba en el café para poder completar el pago de sus estudios. Me habló de pintores y de artistas. Me dijo que le encantaba la fotografía. ¡Qué gran coincidencia! ¡Yo adoro también la fotografía!

Los pasos nos llevaron finalmente a la puerta de mi casa. «¿Quieres pasar?». Acompañado de una sonrisa contestó, «Por supuesto que sí». Nos miramos a los ojos uno al otro, y nos tomamos de las manos. Justo en ese instante, sonó el despertador.

No lo puedo creer, ¿todo fue un sueño? Miré el reloj, las 7 de la mañana. Por supuesto que fue un sueño. En la realidad eso nunca me podría pasar. Que una mujer tan hermosa como ella se interesara y enamorara así de mí. Imposible. Bienvenido a la realidad. Comienzo entonces con mi rutina usual. Me baño, me visto, desayuno un plato de cereal, me lavo los dientes, me ajusto la corbata, tomo mi portafolios y salgo de la casa. En el camino a Starbucks voy recordando los sucesos de mi sueño, y no puedo evitar fantasear con la idea de intentarlo, de hablar con ella. ¿Por qué no?, quizá mi sueño es en realidad una señal.

Entro a Starbucks y veo a Suzie en el mostrador. Hay más gente en la fila delante de mí. Espero, un poco ansioso, pero procurando aparentar serenidad. Finalmente llega mi turno. «Muy buenos días. ¿Qué le puedo servir hoy?». «Capuchino». Idiota. «Grande». Anda, díselo. «Tus dientes». Estúpido. «Sonrisa, digo. Me gustas. Tu, sonrisa». El cliente delante de mi no pudo evitar soltar una carcajada. Suzie misma trató de evitarlo pero tampoco no pudo contener una pequeña risita. «Gracias, que bonito, pero tengo novio. Son dos noventa y cinco. En la barra ...». No pude aguantar la vergüenza, tuve que salir huyendo, mientras escuchaba detrás de mi las risas y carcajadas.

Pasé todo el día tratando de ignorar el incidente, pero fracasando miserablemente. Soy un estúpido. Pero, ¿a quién se le ocurre? Yo, con una mujer como ella. ¡Sólo en mis sueños! Así paso otro día aburrido de trabajo, cenando algo aburrido e instantáneo en casa mientras veía un programa aburrido en la televisión. Hasta que me quedé dormido.

Esta ves lo que me despertó fue el timbre de la puerta. ¿Qué hora es esta? Aún con los ojos entre cerrados bajé a abrir. «Anoche te fuiste y me dejaste aquí afuera, eso no fue muy cortés de tu parte». ¿Suzie? «¿De qué hablas? ¿Vienes a para seguirte burlando de mí? Tengo novio, ja ja. Pero qué bonito, eres un encanto, gracias. ¿No fue eso ya suficiente?». «¿Novio? Bueno, si, estaba saliendo con alguien, pero eso fue hace mucho. Antes de conocerte. Anda, ¿no me habías invitado a entrar a tu casa?». Sin poder hacer nada ella se lanza a mis brazos, me abraza, y me comienza a besar. «Te amo», me susurra al oído, «quiero estar contigo». Yo no puedo entender lo que está pasando. Aunque, dadas las circunstancias, tampoco tengo mucho interés por entender.

Con mis manos sobre su blusa le comienzo a acariciar la espalda, mientras correspondo sus besos y sigo saboreando sus labios. Mis manos la recorren y descubren que su cuerpo es como el de una diosa, me encuentro fascinado con la forma de sus caderas. Ella me acaricia también, con sus manos toca mi cara y mi cabello, sin despegar un solo instante sus labios de los mios. Ni siquiera puedo recordar la última vez que estuve así con una mujer. Finalmente, mis manos se atreven y comienzan a buscar la piel por debajo de su blusa. En mi vida habían estado mis manos en contacto con algo tan suave y delicado. Mis labios se despiden de su boca y comienzan, poco a poco, a recorrer su rostro, sus mejillas, los lóbulos de sus oídos, regresan por sus mejillas y comienzan a bajar por su cuello. Escucho salir un suspiro de su boca, y como se agita su respiración cuando de su cuello sigo bajando hacia su pecho. Con sus manos acaricia mi cuello y mi espalda, me aprieta un poco tratando de sentirme más cerca de ella.

«¿Te estorba algo?». Me dice al notar que yo sigo buscando rincones de piel sobre el cuello de su blusa. La toma entre manos y la hace pasar por encima de su cabeza. Ésto debe de ser la definición de belleza. Después de admirar su cuerpo y no evitar soltar una sonrisa, mis labios regresan pronto a besar su pecho mientras, con mis manos sobre su espalda, me disponía a desabrochar su sostén. Su respiración continuaba agitada, y se agravaba aún más cuando, por casualidad, uno de mis brazos pasaba rozando alguno de sus pechos. Pocas cosas me pueden excitar tanto como ver sus reacciones a mis caricias. Sus pechos eran hermosos, grandes, firmes, redondos. Con las puntas de mis dedos pasaba rozando uno de ellos, casi sin tocarlo, mientras que con mis labios, levemente humedecidos, besaba al otro. Entreabriendo un poco más mi boca dejé salir a mi lengua para rozar a uno de sus pezones que, en este momento, se encontraba ya completamente firme.

Así continuamos desvistiéndonos, mientras nos recostamos también en la cama. Su piel era perfecta. Con manos y labios resumí mi tarea de hacerle el amor a todo su cuerpo. Recorriendo y acariciando cada uno de sus rincones. Sus brazos, sus pechos, su abdomen, sus piernas. Sus piernas eran hermosas. También, de cuando en cuando, en el ir y venir de mis manos sobre su cuerpo, accidentalmente pasaban rozando su entrepierna, haciéndole estremecer así todo su cuerpo. Con besos continúo recorriendo su cuerpo de regreso, ahora sus piernas, luego su abdomen y pechos, para terminar recostado junto a ella besando su rostro y sus labios. Sus ojos azules brillaron como dos grandes perlas fijadas en mi rostro, mientras que una enorme sonrisa se dibujaba en el suyo. «Te quiero sentir dentro de mi».

Hicimos el amor deliciosamente. Y, aún después de terminar, pasamos horas despiertos. Abrazando nuestros cuerpos desnudos, platicando de un sin número de cosas. Ella me habló de su familia, de sus estudios, de sus metas y de sus ideales. Sin lugar a dudas una persona llena de sueños, ilusiones y, sobre todo, de muchas energías y ganas de conseguirlos. Yo tenía mucho que había perdido mis ilusiones, había llegado a esta etapa de la vida en que llegas a aceptar al mundo tal y como es. Un maldito caos, sin ningún sentido ni intención, donde tu mejor opción es pretender que todo está bien, seguir con la corriente y esperar que nadie se trate de aprovechar de ti. Sin embargo, estando junto a ella, mentí. Con emoción escuché de sus sueños e inventé también mis ilusiones propias que contar. ¡Quiero lanzarme de un paracaídas! ¡Quiero conocer nuevas ciudades! ¡Tomar muchas fotografías! ¡Adoro hacer figuras con los waffles! ¡Siempre he querido ver la aurora boreal! ¿Figuras de waffles? Hay veces que en realidad tengo muy poca imaginación.

Así pasamos toda la noche, comenzaba a amanecer y la habitación también a llenarse de un poco de luz. «Cierra los ojos», me dijo Suzie. Yo obedecí sin cuestionar. No lo podía creer, en mi vida me había sentido tan feliz, genuinamente feliz. Estaba esperando con los ojos cerrados a que ella hiciera algo, que me diera un beso, una caricia, que se yo. No pasaba nada. Ni un ruido. Nada. Finalmente abrí los ojos y me encontré allí. Solo. En mi habitación. No había nadie a mi lado. El lugar a mi lado estaba frío. Nadie había pasado la noche ahí. Pronto fue obvio lo que había sucedido, era de nuevo todo un sueño. Lo que me había despertado era la luz. Ya era tarde, pasadas de las ocho y media.

No tenía ganas de ir al trabajo. No tenía ganas de nada. Lo que quería era dormir, regresar a ese mundo de fantasía donde una mujer me amaba y donde yo era feliz. Resignado, sin embargo, me tuve que bañar, vestir e ir al trabajo. Era tarde así que decidí ni siquiera desayunar. Por supuesto tampoco fui a Starbucks, ahí no está Suzie, no mi Suzie, allí sólo se encontraba otra mujer sin sentimientos a quien le gusta burlarse de los hombres. Llegue al trabajo para encontrar una nota en mi correo pidiendo me reportara con mi jefe inmediato superior.

«Llegaste hoy tarde». «Lo siento, anoche no pude dormir muy bien y ...». «Sabes que la puntualidad es algo que valoramos mucho en ésta empresa». «Si yo estoy consciente de eso pero, ...». «No me interrumpas. Déjame terminar, tienes que entender que ...». «¡No! !Tú tiene que entender! ¡Que este trabajo me importa a mí una mierda! ¡Que lo que esta empresa valore me preocupa lo mismo que un carajo! ¡Que tú a mi me pareces un arrogante estúpido, qué no tienes ni puta idea del trabajo que hacemos aquí! ¡Y que si ganas más que yo es porque toda tu puñetera vida te la has pasado besando los culos de los demás!». Me dí la vuelta y salí de allí.

Regresé a casa y traté de dormir, pero sin conseguirlo. Estaba yo desesperado, no sabía que hacer. Me puse unos tenis y salí a correr, tenía que cansarme para regresar rendido a casa y finalmente poder dormir. Corrí por más de tres horas sin ninguna dirección en particular, a veces sin siquiera detenerme en los cruces para ver si venía algún auto. Afortunadamente vivo en un vecindario tranquilo, de otro modo no me extrañaría el haber muerto atropellado ese mismo día. Mi mente estaba en otro lugar, con Suzie, quería regresar con ella. Quería regresar a ese mundo donde yo era feliz, donde yo hacía el amor hasta el amanecer con una hermosa mujer llena de sueños e ilusiones. Finalmente lo conseguí. Acabé fatigado y tomé un camión de regreso a casa. Tenía hambre, pero ignoré a mi estómago, en lugar de eso me dí un baño y, después, fui a recostarme para dormir.

«Ábrelos». Una dulce voz susurró a mi oído. «Abre los ojos». Es difícil describir lo primero que vi, algo sostenía ella en sus manos, algo brillante. «Es mi corazón», dijo. Dí una segunda mirada y la forma comenzó a cobrar sentido. Era un collar del cuál, en efecto, colgaba una pequeña figura en forma de corazón. «Tiene nuestros nombres escritos». Yo le creí, sin embargo debo aceptar que me fue imposible leerlos. No lograba distinguir mucho más que unas marcas borrosas. «Es muy bonito. Te amo.», continué después de una pausa, «¿Sabes? Hoy renuncié a mi trabajo». Ella me contestó en tono de broma, «¿Renunciaste? ¿Cuándo? ¿Entre que cerraste y abriste los ojos?».

Nos levantamos y preparamos juntos algo de desayunar. Ella se veía hermosa, vistiendo sólo algo de ropa interior y una camisa mía abierta por el frente. «Oye, se me ocurre una idea, podríamos hacer algo interesante ¿por qué no tomas tu cámara? podemos salir a buscar algún bello lugar donde puedas tomar fotografías, yo podría ser tu modelo». Terminó la oración con un guiño en el ojo, recargando las manos sobre sus caderas, inclinando un poco el cuerpo a la izquierda y dibujando en su rostro una de esas sonrisas que me encantan. Yo correspondí con una de mis propias sonrisas, «Es una excelente idea».

Sin mucho esfuerzo pronto encontramos un pequeño lago, rodeado de altos y frondosos árboles verdes. El cielo rojizo viste unas pocas nubes y sirve de escenario a un grupo de aves que viajan en formación dándonos la bienvenida al lugar. Los reflejos en el agua, formando ondas cuando alguna de las aves entra o sale del lago, son increíbles. Perfecto para satisfacer mi fascinación con los reflejos en las fotografías. Al fondo una cabaña de madera complementaba la vista dándole un aire de calidez y habitabilidad al lugar. Es extraño que no hubiera conocido yo antes este lugar, estando a tan sólo tres pasos de mi patio trasero.

Saqué mi cámara y no paré de tomar fotografías. Al paisaje, al lago, a la naturaleza y a mi modelo. Con algo, poca y nada de ropa. Más tarde, cuando el sol se comenzó a poner, aparecieron de inmediato la luna y las estrellas. Pareciera como si todo el universo conspirara para permitirme capturar, en un solo instante, la imagen más perfecta que pudiera ser jamás compuesta. El cuerpo desnudo de la mujer que amo, con sus ojos y sus pechos mirándome de frente. Su piel siendo bañada por la luz de la luna, las estrellas resaltando su silueta. Y todo ésto siendo visto desde el reflejo del lago.

Como el viento comenzaba a soplar más frío, decidimos buscar resguardo en la cabaña. Todo se encontraba como si hubiera sido preparado especialmente para nosotros, la chimenea encendida y un par de copas junto a una botella de vino nos esperaban sobre una mesita. Bebimos un poco y jugamos humedeciendo nuestro cuerpo con el vino para recogerlo después con la lengua. Así nos continuamos besando e hicimos lentamente el amor junto al fuego. «Ya sé que ésto no es real, que sólo eres un sueño, pero quiero pasar el resto de mi vida contigo. Quiero casarme contigo». Ella me miró a los ojos y comenzó a formar una sonrisa.

Por alguna incomprensible y estúpida razón, probablemente el hambre, entonces desperté y abrí los ojos. Estaba yo furioso. De vuelta en este miserable mundo real donde a nadie le importo y donde mi vida no tiene ningún sentido. Lleno de ira tomé mis llaves, cartera, dinero y salí corriendo de la casa. La mente se me nublaba un poco, pero mi objetivo era claro, tampoco tenía que caminar demasiado. Son sólo dos cuadras de frente y luego hay que dar vuelta a la derecha. En efecto, no mucho después llegué a mi destino. «Necesito algo para dormir. Algo fuerte».

De regreso en casa llené un baso de agua y tomé una pastilla. Respiré hondamente. Nada, no sentía yo nada, ningún efecto. Esto es ridículo. Tomé otra pastilla, y luego otra más. «¡¿Por qué no puedo dormir?!» En mi desesperación seguí tomando pastillas, una tras otra. Hasta que algo me detuvo. Un estruendo. Alguien golpeaba la puerta, fuerte e insistentemente. «¿Quién está ahí?». Nadie contestaba, pero los golpes en la puerta continuaban. Comencé a sentir algo de miedo fluyendo por mis venas. Finalmente me acerque a la puerta y, lentamente, la comencé a abrir. No había nada. Literalmente. Nada. La calle, los árboles y las casas de mis vecinos habían desaparecido. Ante mi sólo un espacio inmenso y completamente vacío. Regresé corriendo al interior de la casa. Estaba, obviamente, asustado y desconcertado pero, lo más extraño aún, es que todo se sentía real. Yo no me sentía mareado ni aturdido, como debería de estarlo después de casi terminarme una caja de somníferos. Esto no era un sueño. Lo comprobé pellizcándome varias veces en los brazos, el dolor estaba allí.

Luego vino un terrible zumbido que hizo estremecer todo mi cuerpo. El sonido, que inició agudo e insoportable, fue perdiendo volumen poco a poco hasta convertirse en murmullos. Los ruidos venían de la cocina, alguien estaba allí. Me acerqué y las voces se tornaron más claras, «... algo interesante ¿por qué no tomas tu cámara? podemos salir a ...». Mi mente se negaba a aceptar lo que mis ojos se empeñaban en ver. Suzie, tal cómo lo hizo esta mañana, terminaba de mencionar aquella frase y llevaba sus manos a la cintura para hacer una pose sensual. Y frente a ella, yo. No yo, sino otro yo. El yo que estuvo con ella esta mañana, supongo. «¿Suzie?», traté de llamar su atención. Ambos voltearon a verme. O, mejor dicho, sus caras se voltearon en mi dirección. No creo que pudieran verme, pues las cuencas de sus ojos se encontraban vacías.

«¿Qué haces aquí?», una voz detrás de mí me llamó, al tiempo que un par de brazos rodeaban mi cuerpo y un rostro se asomaba por mi hombro. Gire la cabeza muy lentamente, con miedo, pero pronto sentí un gran alivio. Era Suzie quien me abrazaba y sus ojos azules, hermosos como los recuerdo, se encontraban apropiadamente en su lugar. «La cocina ...», apenas pude balbucear mientras giraba la cabeza de regreso y extendía mi brazo para apuntar hacia ella, «... está ... vacía». «¿De qué hablas?», ella me contestó con una risita, luego continuó con su cara seria, «¿Pero? ¿Qué haces aquí? Me dejaste sola en la cabaña, tuve que regresarme sola caminando». «Lo siento, creo que de nuevo desperté, tengo que encontrar la forma de quedarme por siempre aquí conti...», fui interrumpido de nuevo por una secuencia de ruidos extraños. Suzie se prendió más fuerte de mi cuerpo.

Las luces se comenzaron a extinguir. Y las paredes a nuestro alrededor, también. La casa adquirió una propiedad fantasmal. Era posible ver la cocina, a través de las paredes, la recámara y el baño a través del techo. «¿Qué está pasando?», sin soltarnos caminamos hacia el centro de la sala mientras observábamos cómo desaparecía la estructura de la casa. Los muebles le siguieron. Pronto era posible ver también a través de sillas, mesas y sillones. Traté de tocar con mi mano uno de los muebles, tarea que probó ser imposible. Mi mano se seguía como si no existiera ahí nada. Entonces, lo que mas temía, comenzó a suceder también. La mujer entre mis brazos empezó a tornarse pálida. «No entiendo, ¿qué me está pasando? ¡No me quiero ir! ¡Yo te am...».

Entonces me encontré totalmente solo. No sé si cerré los ojos o, simplemente, ya no había nada más que ver.



«... los vecinos llamaron, el olor proveniente del departamento les hizo sospechar que algo malo había sucedido». «¿Y ya sabemos cuál fue la causa de muerte?», preguntó el detective de mayor rango. Uno de los investigadores se acercó al cuerpo que yacía inmóvil en el suelo y levantó una pequeña caja. «¿Una sobredosis de Diphenhydramine les parece una buena teoría?».

11 comentarios:

Anónimo dijo...

la historia es muy buena...la verdad es que estuve largo rato leyendo...y todo partió por un trabajo de universidad sobre Starbucks..gracioso no??
la historia me cautivó y no pude detener la lectura hasta terminarla...definitivamente excelente.

Juan dijo...

Hola Anónimo! Que gusto que te haya parecido interesante la historia, y que curioso la forma en que la encontraste! Y siempre que tal quedó el trabajo de la universidad?

Anónimo dijo...

Fantástica historia! me encantó el giro a la radiohead... dentro de mi interpretación personal, la historia me recuerda esas pequeñas cosas de la vida que no pueden conseguirse ni siquiera con todas las fuerzas humanamente posibles, sino solamente en sueños, dulces y deliciosos sueños...

Juan dijo...

Hola segundo Anónimo! Igual me da mucho gusto que te haya gustado la historia. A mi la verdad es que todo esto de los "sueños" me fascina.

Por cierto, no se cual haya sido el giro "a la radiohead", conozco al grupo, pero no demasiado. De todos modos me da mucha curiosidad, ¿cual fue su influencia que notaste en la historia?

Anónimo dijo...

El giro a la radiohead ocurre al final cuando el intento desesperado por volver a su mundo de fantasía resulta en un suicidio involuntario.

No digo que el giro sea estrictamente "a la radiohead" o que te hayan influenciado directamente; más bien que, ya que el objetivo de todo arte es transmitir un conjunto de sentimientos que lleva al público a crearse su propio superconjunto de sentimientos particular, en mi caso lo trágico de la historia me recuerda un tema recurrente de radiohead que dice: "el mundo que nos rodea es corrupto, mis sentimientos son puros, tus sentimientos podrían serlo también, hagamos nuestro propio mundo... oh no, tal vez eso sólo sea posible en sueños... entonces es acaso imposible hacer nuestro mundo perfecto? qué haremos ahora?" y luego de eso recurren a un medio que de otra forma sería exagerado, como tomar muchas píldoras para dormir.

En particular me encantan las historias que retratan al mundo con todos sus matices, dejando de lado el whishful thinking que rodea a las historias románticas. Es decir, me gusta que la historia no va a un extremo u otro del contínuo de sentimientos para quedarse ahí, sino que se mueve libremente a lo largo de él sin compromiso alguno, tal y como la vida misma.

Juan dijo...

Wow, pues si suena super interesante lo que dices. Y, en efecto, se parece bastante a veces a mi forma de ver la vida. Y pues a lo que quise expresar con esta historia.

Muchas gracias por visitar de nuevo, ojalá que te sigamos viendo por aquí!

Valdo dijo...

Wow, me habia perdido de esta historia!! Hay sueños que no se hacen realidad...

"But there are dreams that cannot be
And there are storms
We cannot weather...

I had a dream my life would be
So different from this hell I'm living
So different now from what it seems
Now life has killed
The dream I dreamed". I dreamed a Dream

Cheesy but true ;)

Juan dijo...

Valdo, gracias por el comentario, que bueno que te haya gustado el cuento y, en efecto, ‘así es la vida’.

Mary Merecias dijo...

a veces estos sueños se hacen realidad .. mmm jajaja...hay sueños que se hacen realidad, tarde que tempranooo mmm :)

Mary Merecias dijo...

y eso que no conozcas mas a radiohead uno de mis grupos favoritos... mmmmmm me mata a veces su música, demasiado... mmm como expresarlo... karma police, creep.jejeje :P te quiero chicuelito jejeje :P

Dragonfly dijo...

Auuuchhh!! me encantó! la historia el ensamble, está genial, en la parte de "Tomé otra pastilla, y luego otra más. «¡¿Por qué no puedo dormir?!» En mi desesperación seguí tomando pastillas, una tras otra"... hice mi mundialmente desconocido numerito de gritar al filo de mi silla "Nooo! que vas a hacer idiota...Nooo! jejejej muy bien Juan! excelente me encantó!!

¿Porque no la leí antes?