martes, 23 de marzo de 2010

Double positive

Actually, languages can be very tricky in this respect. The eminent linguistic philosopher J. L. Austin of Oxford once gave a lecture in which he asserted that there are many languages in which a double negative makes a positive, but none in which a double positive makes a negative — to which the Columbia philosopher Sidney Morgenbesser, sitting in the audience, sarcastically replied, “Yeah, yeah.”

Prometo pronto dejar de estar poniendo puras quotes (hint: preparando nuevo artículo secreto interesante), pero está me pareció muy divertida. Por cierto, la cita viene de una serie de artículos por Steven Strogatz en el New York Times explicando matemáticas (desde contar hasta ¡geometría diferencial!) en un lenguaje muy sencillo pero, sobre todo, haciéndolo interesante, divertido y fácil de entender. El primer artículo de la serie es From Fish to Infinity, y el resto los pueden encontrar en su lista de colaboraciones. Los que le hacen a eso de las feeds, se pueden suscribir aquí para recibir nuevos artículos.

Gracias a Pablo por el tip.

viernes, 19 de marzo de 2010

Statistically challenged

I’m a natural scientist, and if you have to agree that 90%, at least, of [..] human people experience or display some sort of thing we would call religion; you would have to be either antisocial or statistically challenged to claim that religion was abnormal.

To my “Scarlet A” readers and friends, it’s definitely worth listening to the full podcast.

martes, 16 de marzo de 2010

Alice in Wonderland

Desde hace años trato de mantener una estricta política de “no esperar demasiado” de las películas que voy a ver al cine. Así si la película resulta desde moderadamente interesante (Avatar, Up in the air) la puedo disfrutar bastante, y si no esta taan buena pero al menos entretenida (StarTrek) igual me puedo pasar un rato agradable. La ves que tuve un momento de flaqueza y olvidé respetar esta regla, cuando fui a ver District 9, tuve que pagar seriamente las consecuencias.

Así que cuando fui a ver Alice in Wonderland, trate de mantener mis expectativas lo más bajo posibles. ¡Y eso no fue tarea fácil! Siendo fan declarado de las historias (y las historias detrás de las historias) de Lewis Carroll (y el matemático Charles Dodgson detrás del seudónimo), estar a la expectativa de una película de Alicia y no emocionarme fue algo que requirió de respirar profunda y pausadamente en más de alguna ocasión. Y si a la mezcla se le agrega además el nombre de Tim Burton, y las primeras imágenes donde se presumía el concepto visual preparado para la película, bueno, era difícil contenerse.

Sin embargo puedo decir orgulloso que lo logré. Mantuve mis emociones templadas y fui a ver la película sin esperar gran cosa de ella. A la película, por su parte, le importó un comino mi esfuerzo y me decepcionó de todas maneras.

Para quienes no la hayan visto, y como le dije a @lindauruchurtu, me encantaría darles algún pretexto para que de todos modos vayan a verla. Pero la verdad es que no encuentro ninguno. A menos que tengan demasiada curiosidad, supongo que no se pierden de mucho si esperan a rentarla luego en dvd.

<!-- here be spoilers -- here be spoilers -- here be spoilers -->

Mucha de la culpa sobre mi impresión final de la película es que empezó en realidad bastante bien. Los primeros 15 o 20 minutos fueron magníficos: el contexto en el que se presentaba al personaje de Alicia, su carácter, el humor inglés (ingenioso y un poco sarcástico). Las primeras escenas definitivamente despertaron mis recuerdos leyendo la historia original y me emocionaron. Alicia “tumbling down the rabbit hole”, bebiendo de una botella que dice “drink me”, comiendo de una galleta que dice “eat me”, los efectos que esto tiene en el tamaño de la protagonista, y la primera discusión ilógica (al más puro estilo lógico de Lewis Carroll) con la oruga azul sobre “getting the wrong Alice”.

Pero a partir de ahí la película decae y se va en picada, sólo dando de cuando en cuando unos escasos latidos de vida cuando aparece la Reina Roja. Si, la película sigue salpicada de circunstancias y momentos graciosos, pero nada como los del principio (¡o como los que llenan páginas y páginas en los libros originales!). Muy pronto la historia adopta una trama lineal y predecible yendo de “A” a “B”. A uno no le queda más que sentarse, esperar a que llegue “B” y, cuando “B” al fin llega (la mentada batalla con el Jabberwocky), uno desea mejor que no se hubiera salido nunca de “A”.

Según Wikipedia, Burton dijo que la historia original de Alicia era sobre una niña que tan sólo deambulaba de un extraño personaje al siguiente, y que él la quería algo “más como una historia y menos como una serie de eventos”. Well, ¡Duh! Al menos para mi, justo esa era parte interesante del país de las maravillas. Lo ingenioso no ocurre “dentro de la historia”, sino “afuera de ella”, en la forma de contarla. Si me permiten la ñoñada, el ingenio no estaba en la semántica sino en la sintaxis de la historia.

Pero Tim Burton quería darle una “historia” a la historia, y le dio la más plana que se le pudo ocurrir. Y no sólo eso, le dio también una moraleja. Tengo que admitir que la moraleja que le quiso dar me parece muy certera e importante, algo así cómo “exhortar a las mujeres a que piensen por sí mismas, tengan sus propias ambiciones, y tomen sus propias decisiones”. La ejecución y la forma de presentar esta idea fueron, sin embargo, peor que terribles. Por algunos momentos estaba yo decididamente confundido, ¿por qué si el mensaje parece ser que Alicia no debe dejar mangonearse y tomar sus propias decisiones en el mundo de arriba, en el mundo de abajo su tarea es callarse la boca y hacer “lo que su destino” le tiene ya programado (y aunque a ella no le parezca)? Además, desde el principio nos queda muy claro que Alicia no es para nada la clase de niña que se queda callada y acepta lo que las autoridades o los mayores le dicen (¡lo que adoro!), así que entonces, ¿cuál era el punto?

¿Johnny Deep como el sombrerero? Su papel me pareció tan relevante e interesante en la película como presencia tiene también en esta reseña. ¿Y los efectos visuales? Meh. Ni el 3D pudo rescatar a las imágenes. Era el país de las maravillas, pero no pudieron presentar nada que me pareciera terriblemente excitante o impresionante. Definitivamente Avatar logró mucho mejores resultados en este campo; tanto en el uso del 3D que no estorba sino acompaña a la película, como en la composición de sus ambientes e imágenes.

La verdad es que después de ver esta película, más ganas me dieron de regresar y buscar al original.

‘And how many hours a day did you do lessons?’ said Alice, in a hurry to change the subject.

‘Ten hours the first day,’ said the Mock Turtle: ‘nine the next, and so on.’

‘What a curious plan!’ exclaimed Alice.

‘That’s the reason they’re called lessons,’ the Gryphon remarked: ‘because they lessen from day to day.’

This was quite a new idea to Alice, and she thought it over a little before she made her next remark. ‘Then the eleventh day must have been a holiday?’

‘Of course it was,’ said the Mock Turtle.

‘And how did you manage on the twelfth?’ Alice went on eagerly.

‘That’s enough about lessons,’ the Gryphon interrupted in a very decided tone: ‘tell her something about the games now.’

Alice in Wonderland — The Mock Turtle Story

Ahh, mucho mejor.

viernes, 12 de marzo de 2010

En México se lucha contra el narco con varitas mágicas

Puedes consultar un reporte e información actualizada en Pedazos de Carbono.

Vamos a empezar con un caso hipotético. Imaginen por un momento que se descubre que el ejercito mexicano—ente sus diversas tácticas, equipo y armamento especializado—utiliza unas varitas mágicas para luchar contra el crimen y el narcotráfico en el país. Imaginen que los militares salen por ahí haciendo movimientos mágicos con estas varitas para ‘detectar’ drogas, armas y explosivos que están en manos de los delincuentes. ¿Ridículo, no? Pero vamos a ponerlo aún más interesante, imaginen que la Secretaría Nacional de Defensa hubiera además pagado algo así como unos 350 mil pesos por cada una de estas ‘varitas mágicas’ para luchar contra el narco. ¡De risa! Imaginen que a la fecha se hubieran gastado ya más de 200 millones de pesos en estas varitas. Ahora piensen por un momento, si esto fuera cierto, ¿qué creen que pasaría?

Si ustedes creen que esto sería un escándalo en México, que los medios de comunicación estarían duro y dale sobre la noticia, poniendo en ridículo y pidiendo la renuncia de los incautos a quienes les vieron la cara y gastaron tales cantidades de nuestros impuestos para poner varitas mágicas en manos del ejercito; si ustedes creen esto, estarían equivocados. Les voy a decir que pasaría en México si este cuento de las varitas mágicas fuera realidad: nada.

¿Que cómo puedo estar tan seguro? Porque esto está pasando en México y nadie está haciendo nada.

Vamos por partes, explicando de qué se trata todo esto. Resulta que hay por lo menos dos compañías en el Reino Unido, Global Technical y ATSC, a quienes se les ocurrió la fabulosa idea de producir varitas mágicas y venderlas a precios exorbitantes a los ejércitos y grupos militares que se dejen. Pero no, por supuesto, los generales y líderes militares no son taaan estúpidos. Para hacerles creer que lo que les están vendiendo es una “verdadera pieza de alta tecnología”, la varita parece más bien algo así como una antena con una agarradera de plástico. Ah si, y trae también unas ‘tarjetitas’ (estas de papel) que se le pueden insertar al aparatejo, disque para controlar lo que uno quiere detectar: bombas, droga, armas, lo que quieras, tu sólo pide. Por supuesto, también hay que ponerle un nombre simple pero que suene técnico e interesante, vaya como si fuera algo que funcione: qué tal GT200 (como el de Global Technical) o ADE 651 (como el de ATSC).

Mírenla, que bonita, ahora sí, por una antena saliendo de una agarradera de plástico, y una docena de tarjetas hechas de papel enmicado, los lideres militares no van a dudar pero ni un segundo en pagar las 22 mil libras o algo así que cuestan cada una de las chunches estas.

Y no, no estoy exagerando. El aparatejo este es literalmente una agarradera hueca de plástico—sin ningún componente químico, eléctrico, electrónico, o siquiera mecánico—del que sale una antena. El aparato no tiene nada que sea capaz de leer o detectar siquiera si se ha introducido o no una tarjeta. No se le ponen pilas, no se le conecta nada, el aparato es: un trozo de plástico y una antena, bastante caros por cierto. Ésta es una foto del aparato partido en dos.

Foto: Jomquan Laopet

Lo ven, está hueco, no tiene nada adentro. Pueden ver también estos videos de las noticias en Tailandia, o el video con el reportaje de la BBC.

¿Pero cómo? ¿A quién le han vendido esto? Iraq, Tailandia, Pakistán, China, México, Kenia, Líbano y muchos otros países han sido ya embaucados por estas compañías y sus filiales repartidas por todo el mundo. Global Technical se jacta de tener operaciones en más de 40 países, y en México su filial SEGTEC es la que se da el lujo de estafarnos y de vernos la cara.

¿Y qué, nadie hace nada? Pues muy poco a poco pero a nivel internacional la noticia ha estado ya dando vueltas desde hace varios meses. En Tailandia la noticia estalló en los medios y el primer ministro, después de ser forzado a hacer pruebas a estos aparatos para ver si funcionan, tuvo que admitir que en efecto no funcionan y prohibió comprar más de esas unidades.

En el Reino Unido la BBC también hizo estallar la noticia en una investigación de su programa Newsnight y, a consecuencia de su reportaje, el gobierno del Reino Unido prohibió la exportación de estos aparatos a Iraq y Afganistán. Orale, ¿y por qué sólo esos dos países? Ah, pues porque a la Foreign Office le preocupa que “pudiera poner en riesgo a la fuerzas del Reino Unido o sus aliados” que, da la casualidad, se encuentran en aquellos países. En una nota más reciente el director de ATSC, Jim McCormick, fue arrestado para ser investigado por el fraude cometido al estar vendiendo las dichosas varitas mágicas. Aquí pueden ver también uno de los reportajes de Newsnight en la BBC.


Foto: Alejandro Estrada (via El Once)
Pero, ¿y en México? ¿qué pasa? Como les había comentado al principio de esta nota, a pesar de que la Secretaría de Defensa en México (SEDENA) ha gastado más de 200 millones de pesos (no, eso no era broma) en puras ilusiones, y que presumen en medios oficiales de su ignorancia, parece no haber reacción de los medios y nadie hace nada. Todo lo contrario, en El Universal y en Milenio se publican disparates sobre un “sensor especial que [...] determina si una persona ha consumido drogas en las últimas 24 horas” y “equipos [que] funcionan mediante la resonancia molecular de las sustancias, usan energía del cuerpo humano, [y] no requieren baterías”.

Por lo pronto parece sólo haber un bloguero perdido en el ciberespacio, Andrés Tonini, quien lleva ya más de un año investigando, documentando y levantando la voz sobre el fraude del GT200, pero nadie parece hacerle mucho caso. Tan sólo apenas Martín Bonfil Olivera, quien tiene una columna de ciencia en Milenio, comenzó a prestar un poco de atención y publicó un par de notas al respecto.

Me parece increíble la falta de interés de los medios ante este asunto, que el SEDENA derroche grandes sumas de dinero—de nuestros impuestos—en artefactos inservibles, y que prácticamente nadie parezca siquiera incomodarse.

O bueno, quizá no debería de sorprenderme tanto. Después de todo México es también el país donde la Fuerza Aérea recurre a Jaime Maussan como investigador científico, y políticos acuden a ‘La Paca’ por su consejo como vidente en investigaciones oficiales.

¿Te sientes también indignado? Habla y comparte esta historia con tus amigos, publícala en Twitter, compártela en Facebook. Esto se tiene que saber, y se tiene que hacer algo.

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miércoles, 3 de marzo de 2010

Is it 'a' or 'an'?

A few years ago, when I was writing my PhD thesis, I was often confused on whether a particular word should have the indefinite article ‘a’ or ‘an’. We all know the rule of thumb that ‘an’ is for words beginning with vowels, but this rule is just a very crude approximation. In reality, it’s not the spelling of the word but its phonetics the one that determines the correct article.

Not being a native speaker, the phonetics rule was just as confusing, and looking up the information on the web wasn’t always straightforward. What or where are you supposed to search if you’re trying to find the correct article for ‘unifier’. Eventually I came up with this little trick to google for, e.g., "a unifier" and "an unifier" (with the quotes) and use the number of hits to find the most commonly used combination that, I hoped, was also likely to be the correct answer.

However, just eyeballing the number of hits quickly became unpractical. Being the geek I am, I ended up writing a bunch of scripts to extract potentially problematic nouns from my thesis document, and then look them up on the web using this trick to find errors. I always thought it would be nice to have a service like this on the web, but I never found the time (or the motivation) to actually do it.

But today in my spare time, and as some kind of therapy to relax (yes I’m that weird :P), I finally decided to implement a web version of this tool now available at: http://navarroj.com/aoran. For the moment you have a simple input box where you can check individual words. If there is enough interest, I might eventually implement another version with a larger text box to enter whole paragraphs and have them automatically checked for errors.

For the geek bits: I’m using the Yahoo! BOSS API to lookup the words on the web, and even find spelling suggestions. This is actually quite nice! It’s really a shame that Google doesn’t expose an API for their search as Yahoo! does.

By the way, do you know what is the correct article for unifier?

Por qué la democracia no funciona

Hoy voy a hablar de un tema del que no se nada, así que muy probablemente voy a terminar diciendo puras tonterías. Sin embargo les quiero compartir que hace algún tiempo estaba yo reflexionando y llegué, según yo, a una conclusión interesante: la democracia no sirve y, más aún, nunca va a servir.

Y antes de que alguien se vaya a imaginar otra cosa quiero aclarar que no estoy tratando de promover aquí la anarquía, la dictadura o el comunismo. Si creo que la democracia es el mejor modelo de gobierno que hasta el momento se nos ha podido ocurrir. Pero ser el mejor no necesariamente significa ser bueno o útil para algo.

El primer problema con la democracia es su definición: la mayoría son los que eligen. Y el problema es que la mayoría no necesariamente van a elegir lo que sea lo mejor para todos. Una cita que me encontré hace tiempo, atribuida a James Bovard, explica esta idea mucho mejor de lo que lo podría hacer yo:
La democracia debería ser algo más que dos lobos y una oveja votando sobre que habrá para la cena.
Pero esto no es sólo un problema sobre la mayoría ignorando o pasando por encima de las minorías. El problema es que la misma mayoría, tampoco sabe elegir lo que es lo mejor para ella misma.

La gran mayoría de los votantes muchas veces desconoce las propuestas políticas de los candidatos por los que va a votar. Resulta que, de hecho, la apariencia física y el carisma de los candidatos son más decisivos en el resultado de las elecciones que sus propuestas mismas, incluso más que la cantidad de dinero gastada en campaña. No es de sorprendernos que hoy las campañas políticas se han convertido más bien en campañas de marketing.

Lo peor es que aún si suponemos que un grupo significativo de personas quisiera tomar en serio y analizar las propuestas hechas por los candidatos, ¿qué tan preparados estamos para tomar la mejor decisión? ¿cuantos de nosotros, por ejemplo, entendemos lo suficiente de economía para saber si tal o cual propuesta es más probable que nos de mejores resultados? La verdad es que no lo sabemos, lo único que queremos es mejores salarios, más obra pública, y pagar menos impuestos.

Y eso es justo lo que los candidatos siempre prometen pero, ¿tenemos la capacidad para evaluar sus propuestas y determinar si siquiera son viables? Eso si, todos tenemos una opinión, pero nuestra opinión no está basada en conocimientos o un razonamiento objetivo, sino en nuestras propias ideas subjetivas sobre las que discutimos y pasionalmente defendemos.

¡Educación! ¡Educación es la respuesta! Si todos estuviéramos más preparados, si se nos enseñara a analizar clara y objetivamente, si supiéramos más de estadística, y de ciencia, si se nos enseñara a pensar críticamente. Sólo entonces podríamos hacer funcionar a la democracia.

O quizá no. Desafortunadamente también resulta que a mayor educación, se tienen menos hijos. Dicho de otro modo: las personas, entre menor nivel de educación tengan, van a tender también a tener más hijos, haciendo de esta característica una dominante entre la población. Este es el mismo argumento que, de una manera un poco más cómica (y exagerada), se nos presenta en la escena inicial de Idiocracy:


¿Qué opinan?

Y si no quieren acabar demasiado deprimidos, lean también el segundo artículo que escribí sobre este tema: ¿Se puede 'arreglar' la democracia?