Apenas leí una nota en el blog de ThinkGeek donde varios de los lectores compartían sus historias y presumían a sus papás geeks. A lo que yo inmediatamente dije … ¡no me puedo quedar atrás!
Y es que es la verdad, mi papá es sin lugar a dudas el mejor. Desde chico mi papá me contagió su pasión por la ciencia, la tecnología, las matemáticas, la electrónica y las computadoras. Desde siempre se ha vivido y respirado tecnología en mi casa. Crecí al lado de tarjetas perforadas y aprendí a leer los colores de las resistencias casi a la par con el alfabeto. Mi papá me enseñó a “jugar” con la que, para mí, fue mi primera computadora: una Amiga 500. Después de bootear la máquina con dos discos de 3.5" podíamos jugar con las ventanas y hacer también ¡que la computadora hablara y dijera cosas!
Poco después tuvimos también nuestra primera consola de juegos de video, ¡un Atari 2600! Teníamos el juego de Donkey Kong—sí, el original—así como también algunos de los primeros de Pac-Man.
Algo más adelante, creo cuando tenía yo cerca de 12 años, mi papá me ayudo también a dar mis primeros pasos en la programación. Primero en BASIC, en la misma Amiga 500, y poco después en Turbo Pascal 6, en la que fue ya nuestra primera PC corriendo MS-DOS en la casa. Mi papá me regalo mis primeros libros de programación, y me enseñó también una de las máximas más útiles para programar: “si estás usando mucho copy/paste, estás haciendo algo mal.”
Sistemas operativos fueron y vinieron—Windows 3.1, 95 y XP—varios juegos también nos atraparon—Buscaminas y Tetris, donde a la fecha seguramente me sigue ganando—pero una constante se ha mantenido siempre a lo largo de todos estos años: el amor inmenso de un padre a su hijo, y la admiración tremenda que yo le tengo a esta persona quien no sólo me dio la vida, sino que se ha encargado también de llenarla de las experiencias más geniales y divertidas.
Papá, eres lo máximo. ¡Feliz día del padre!
1 comentario:
Gracias, hijo. Para mi ustedes mis hijos también son lo máximo.
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